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jueves, junio 09, 2011

Enrique Herreros

Peña Santa de Castilla desde la cresta noroeste del Picu Los Cabrones.






Hace unos años tuve la suerte de sellar para siempre mi amistad con Joaquín Fuertes. Fue en la cumbre del Picu Urriellu. Algún tiempo después redactó, para El Comercio de Gijón, un espléndido artículo con motivo del centenario de la primera ascensión a la montaña. Joaquín, que milita en las trincheras de la inteligencia y la bonhomía, recordaba a sus lectores la hazaña, y nos pintaba el cuadro de aquel viejo de cincuenta años: Gregorio Pérez Demaría apodado "El Atrevido" (aunque ha pasado a la historia con el sobrenombre del "Cainejo") al que la naturaleza y la obligación de la supervivencia, habían dotado excepcionalmente para la escalada. No solo se celebraba el paso de un siglo desde la primera ascensión al Naranjo, el hito, marca en realidad la aparición del deporte del alpinismo en España, en la franca caliza de nuestros Picos de Europa. Durante las décadas siguientes, hasta nuestros días, el Picu, ha ejercido de termómetro para el alpinismo hispano. Pero, hay otra montaña magnífica en el macizo de poniente: Peña Santa de Castilla, cuya historia y belleza no desmerecen en absoluto del tótem cantábrico.
Gran parte de la exploración de los Picos de Europa y sus paredes, también de la Peña Santa, está en el haber de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara.




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Peña Santa de Castilla. Cara sur. Canal del Pájaro Negro. Aspecto invernal.

La Aguja José del Prado, desde la Brecha Norte

Si por suerte habéis disfrutado en alguna ocasión de los paisajes dolomíticos, seguro que sin esfuerzo podríais mimetizar entre esas excelsas torres a nuestra Peña Santa. Desde la Horcada Baja de los Basares a la aguja del Corpus Christi, el par de kilómetros de caliza amurallada con sus seiscientos metros de desnivel de su pared de levante no desmerecerían del Catenaccio, e incluso, la mismísima Marmolada la querría a su vera como dama de honor.
Haciendo justicia a la imaginación transalpina para definir el estilo defensivo de su futbolera selección, en nuestro Catenaccio, solo apreciaron los delanteros peñalaros de las primeras décadas del pasado siglo, un par de huecos para hacerle un gol a la Peña Santa: el Desagüe, la canal que paralela a la aguja José del Prado fragmenta la pared, y la Canal del Pájaro Negro, bautizada así, por haber encontrado en un par de ocasiones aves muertas, probablemente cuervos, en su parte inferior.
Hasta la revolución de los ochenta cuando se abre en 1981 por parte de los asturianos y gijoneses: José Rodríguez Pereira, Miguel Rodríguez y Nacho Orviz, el espléndido trazado del Rescate Emocional, La Canal; no hacía falta apellido, era la referencia máxima de la pared sur, por ende, de toda la Peña y, casi con seguridad, tras la vía Rabada Navarro a la cara oeste del Naranjo de Bulnes, la escalada más prestigiosa de los Picos de Europa.





Aspecto estival.
No podemos olvidarnos de una de las circunstancias trágicas que rodearon a la vía y acrecentaron su fama más allá de los círculos alpinos. Tras ochenta años de escaladas, la Peña Santa se cobra la primera víctima: el excelente escalador leonés Hernán Llanos Balsas, "Nani", que perece en la cumbre fulminado por un rayo después de haber surcado el Pájaro Negro junto a sus amigos José Carlos González, "Charli" y Ángel Ledesma, "Gelo". Era un gris atardecer del 29 de Agosto de 1974.

La mítica delantera peñalara estaba capitaneada por Enrique Herreros, acompañado de Roberto Cuñat, inician las tentativas de ascensión en el año 1933, no se tienen referencias fiables de este intento, es en la temporada siguiente y en esta ocasión es Ángel Tresaco quien relata para la revista Pyrenaica años después (en 1952) la expedición que junto con Herreros les permite alcanzar la base de la “Losa” en 1934: Remontan la canal hasta la gruta de hielo, (punto alcanzado el año anterior) desde la sima helada, a través de un túnel de unos treinta metros ganan unas repisas bajo el “Pilar”, al que bordean por su izquierda, situándose bajo la “Losa”. Nuestros arietes, le han hecho “un túnel” a la Peña, pero son frenados bajo el peso de la “Losa” que aprecian de quinto y sexto grado de dificultad,(El límite de la época) un buen "cerrojo".
Vuelve Herreros con Juan Mato y Silverio Ronda en el año del comienzo de nuestra Guerra Civil, el mal tiempo frena sus intentos a la Canal aunque consiguen la primera travesía E/O de la cresta de la montaña.


Cara Norte



En el año 1945, tras el abismo (que no paréntesis) de la Guerra : José María Galilea, Baldomero Sol, Valeriano Ruiz Villar y el incombustible Herreros retoman el cerco al Pájaro Negro.
Baldomero Sol, brillante odontólogo tuvo en la plantilla de su clínica a un jovencísimo Félix Rodríguez de la Fuente, antes de que éste se decantara definitivamente por el naturalismo y la divulgación.
Cuenta Herreros, refiriéndose a la expedición del 45, que es su séptimo intento a la vía por lo que debemos deducir que en tres ocasiones, probablemente entre 1941 y 1944, rondó las verticalidades de la Peña.
Durante estos días de julio del 45, que transcurren del 15 al 21, diversas vicisitudes, caídas de piedras, una retirada por la vertiente norte, afortunadamente sin consecuencias, y el hecho de no haber podido superar el escollo de la “losa”, precipitan el abandono de Herreros de la escalada de dificultad. Su propia pluma nos lo cuenta:

"Horcada del Frade, aquí nos detenemos y yo me despido, sentimentalmente, de mi actividad como escalador en el sexto grado..."


Entrando en la Losa : A la izquierda se aprecia el corredor de la canal. También se observan las repisas donde mueren los intentos de las cordadas de Herreros.
(Foto Gallery climbing)


Gran montañero, magnífico personaje, brillante dibujante que perteneció a la inigualable plantilla de "La Codorniz", verano tras verano, acudía a sus montañas lebaniegas, sus valles de adopción, hasta su muerte, en 1977. Fue Herreros el inolvidable inspirador de este genial trazado del "Pajaro Negro" en su montaña más querida, Peña Santa.






La losa, un muro de una caliza franca, compacta, extraordinariamente adherente, había frenado a las cordadas de Herreros durante una década y, debería transcurrir otra más, hasta que en 1956, las “Locomotoras de los Picos” Ángel Landa y Pedro Udaondo, con el relato de Tresaco en el morral, hacen su aparición. Aunque esto, ya es otra historia...



http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-enrique-herreros-cuando-hollywood-estaba-gran-via/1126381/



Alfredo Íñiguez. 2011.