.........................................................

viernes, enero 07, 2011

UNA PRIMERA IGNORADA. La ascensión de 1872 al Tiro Tirso




"In a village of La Mancha, the name of which I have no desire to call to mind, there lived not long since one of those gentlemen that keep a lance in the lance-rack, an old buckler, a lean hack, and a greyhound for coursing."

DON QUIXOTE by Miguel de Cervantes
Translated by John Ormsby





"John Ormsby fue un prestigioso hispanista británico, traductor del Quijote y del Cantar del Mio Cid y biógrafo de Cervantes. Fue también un destacado alpinista, miembro fundador del Alpine Club, que aprovechó las estancias en España para conocer sus cordilleras. Fruto de estas excursiones fue el artículo de 1872 The Mountains of Spain, en el que relata sus viajes por Sierra Nevada, Gredos y Picos de Europa, montañas estas últimas en las que aspiraba a conquistar alguna cima... "

Elisa Villa Otero & Jesús Longo Areso

Viajeros en los Picos de Europa (III)
Pioneros británicos. (Revista de alpinismo Peñalara nº 584)







UNA PRIMERA IGNORADA

La ascensión de 1872 al Tiro Tirso


----------------------------------------------------------@
Pepe García

El pícaro Tiro Tirso




Cuando en los últimos días de septiembre recorría a salto de mata el Jou Tras Llambrión y el de Los Llagos y observaba las cicatrices que adornan al curtido Tiro Tirso, oí jugar al viento entre las brechas que enmarcan esta elegante torre y tal me pareció escuchar un sonido de oboe en el que se masticaba una risa sorda. Y no es de extrañar. Es el Tirso una montaña magnífica, de exigente ascensión por cualquiera de sus vertientes, que escoltada de levante a poniente por la Torre Sin Nombre y la Torre del Llambrión se levanta desafiante entre aquellos dos inmensos jous. Desde las alturas del Llambrión su silueta se estiliza como una aguja dolomítica, mientras que, cuando se contempla desde el Hoyo de Los Llagos, el viajero cree estar viendo la catedral de León. Y, miren ustedes por donde, además es una montaña con un sentido del humor extraordinario.

Image Hosted by ImageShack.us
El Tiro Tirso, la Torre sin Nombre y la Torre Blanca desde el sur. "La Catedral de León"

Elisa Villa y Jesús Longo me habían hecho llegar el capítulo correspondiente a John Ormsby del último de sus artículos dedicados a viajeros olvidados (véase el número 584 de la Revista ilustrada de alpinismo "Peñalara"). Querían conocer mi opinión sobre la cumbre enigmática que en 1872 alcanzaron el británico Ormsby y el valdeón Eusebio y, tras leer detenidamente la información e intercambiar unos pocos mensajes, la conclusión fue contundente: Elisa, Jesús y Fredo, reos de alta traición. ¡Os acabáis de cargar la primera del abuelo Schulze al Tiro Tirso! Pero supongo que el Maestro no le daría mayor importancia al asunto, ya que de haber intentado las escaladas en los Picos de Europa con el mismo empeño que sus estudios geológicos, el doctor Schulze hubiera dejado sin trabajo a la mitad de los aperturistas del siglo XX.
Mas volvamos al tunante del Tirso. Cuando en 1906 Gustav Schulze recorrió la pared sur de la torre, en una vertiginosa ascensión que hasta ahora se había considerado la primera a esta cumbre, lo hizo convencido de que se dirigía a hollar la cimera del Llambrión. Curiosamente, como veremos en las siguientes líneas, John Ormsby y su guía Eusebio habían caído en la misma trampa treinta y cuatro años atrás.



Image Hosted by ImageShack.us
La elegante arista oeste del Tiro Tirso vista desde la Torre del Llambrión. A la izquierda, en sombra, la cara norte de la cuerda en la que se encuentra el primero. Fue por esa pared por donde Eusebio y Ormsby, buscando ganar el Llambrión, terminaron conquistando el Tiro Tirso.



La confusión

El guía Eusebio intentaba repetir la ruta que dieciséis años antes había llevado a cabo formando parte del equipo de Casiano del Prado. Si cualesquiera de nosotros, armados con los artefactos decimonónicos de aquellos pioneros (una brujulilla y un barómetro de mercurio de los que se rompen al primer tembleque del porteador en el canchal), recorriéramos los Picos de Europa cada tal intervalo de tiempo, por mucho que portásemos el mapa de Coello, simplemente nos perderíamos cada 192 meses. A esa conclusión hubo de llegar indefectiblemente el bueno de Eusebio.
En el año 1856, la expedición dirigida por el ingeniero y geólogo Casiano del Prado alcanzó por vez primera la cumbre del Llambrión partiendo desde La Vega de Liordes para, a través de la Collada Blanca y el Jou Tras Llambrión, bordear la cresta justo por encima del Tiro Callejo y ganar así la vertiente oeste. Hubieron luego de flanquear al sur la vertiginosa llambria septentrional, aéreo trampolín sobre Collado Jermoso, para encaramarse en la cresta somital. No debió de agradarles mucho la aventura del ascenso, porque en el descenso exploraron una ruta alternativa: la Chimenea Este. Esta vía arranca en la parte superior del Jou Tras Llambrión, un centenar de metros al oeste del Tiro Callejo. La pendiente del jou (que en estos últimos años carece de nieve en el estío, mas en la época que nos ocupa habría de cargar un nevero más que notable, incluso un glaciar) se va incrementando en la parte alta al tiempo que, hacia la izquierda, forma un embudo en cuyo vértice surge un contrafuerte, paralelo a la pared, dando lugar a una chimenea catalogada como Algo Difícil Inferior. Esta chimenea, tras superar aproximadamente treinta metros, se resuelve en una placa vertical de otros tres, estimable en cuarto grado, que nos deposita en plena cresta, a escasa distancia de la cumbre. El propio ingeniero nos describe con precisión este último paso:“A las tres de la tarde emprendimos la bajada por el camino más corto, y pude ver entonces las dificultades que ofrece para la subida el último reventón, que es de prueba”.
El lector avezado a moverse por la peña enseguida se dará cuenta de que aunque la pared a la que se adscribe el pasaje está orientada hacia el este, en realidad, la chimenea se alinea norte/sur. Es probable que Eusebio buscara esa disposición, incluso de manera inconsciente, a la hora de rememorar con Ormsby la ascensión conseguida hacía más de tres lustros. En honor a la verdad, todas las torres que desde el Madejuno hasta el Llambrión conforman esta bellísima cuerda guardan cierto parecido en su composición y morfología y, para desgracia de nuestros pioneros, todas ellas están fracturadas por similares canales y chimeneas con disposición norte/sur.
Aunque en algún punto de la aproximación habían detectado el mojón de piedras plantado en el Llambrión en 1856 (probablemente lo habían visto desde las proximidades de la Collada Blanca, ligeramente encaramados a los contrafuertes del Tesorero), la realidad del relato de Ormsby nos informa de que, al acercarse a las murallas en busca de la canal/chimenea de ascenso, los dos hombres se pegaron a los frontones norte perdiendo toda perspectiva sobre su objetivo. Es difícil inferir en qué lugares tentaron a la suerte, aunque es probable que rondaran las hendiduras de la Torre Sin Nombre en varios amagos hasta que cayeron en las procelosas redes del Tiro Tirso.

Image Hosted by ImageShack.us

Parte alta del Jou Tras Llambrión. Cuando uno se acerca al gran circo que forman las crestas del Tiro Tirso y el Llambrión, esta última cumbre pierde entidad y parece incluso más baja que la del Tiro Tirso.

Mister Ormsby

“¿Blanco y en botella?”.
“Taladrina”, le contestó el ajustador al lechero.
Bromas aparte, si hay algo claro en este asunto, como veremos después, es que la cumbre que alcanzaron ambos compañeros fue la del Tiro Tirso. Es obvio que esta afirmación se sustenta, en primer término, en la credibilidad absoluta que concedemos al relato de John Ormsby y, de manera independiente, en el hecho de que la propia orografía y la disposición de los pasajes coinciden con lo descrito por el británico, confirmando así, de modo empírico, la ascensión.
Pero llama poderosamente la atención la parquedad del relato de Ormsby cuando cuenta esta subida. El hecho de no haber obtenido el objetivo marcado -el Llambrión- significó en su fuero interno un fracaso, y así lo deja entrever. De hecho, sólo menciona su periplo por el Jou Tras Llambrión y los tramos de escalada por la cresta, dejándonos a nosotros el esfuerzo de imaginar por dónde diantres subió y bajó de la cuerda tirsera.
Ormsby, a quien cupo el honor de ser cofundador del Alpine Club, realizó en el año 1859, junto con otros compañeros, la primera a La Grivola, notable cumbre de los Alpes de Aosta. Esta escalada fue contada por el propio alpinista en un volumen de "Peaks, passes and glaciers", publicación precursora del Alpine Journal. Sin embargo, la ascensión fue muy discutida en su momento y sus detractores le achacaron falta de pruebas que demostrasen contundentemente que había alcanzado el punto más alto. Elisa Villa y Jesús Longo, con fina intuición, relacionan los hechos y opinan al respecto: “Nos ha llamado mucho la atención el énfasis que pone Ormsby en negar cualquier valor a su ascensión a esa cresta misteriosa cercana al Llambrión. Él debería haber pensado que, si bien no había conseguido la segunda subida al Llambrión, sí había hecho una ‘primera’ a otra cumbre, y que esa otra cima estaba entre las más altas de los Picos. Sin embargo, no acepta lo de ‘prácticamente esto es lo mismo que el Llambrión’ y hasta añade metros de diferencia a los que calcula Eusebio. ¿Por qué esta postura? Parece que quiere dejar bien claro que él, si llega, lo dice, y, si no llega, ¡también lo dice! La necrológica de Ormsby , firmada por su amigo Sir Leslie Stephen, antiguo Presidente del Alpine Club y Editor de su revista, da una pista que explica esta actitud. En ella se dice que, tras la experiencia de La Grivola, Ormsby perdió todo interés por la gloria de las cumbres y que lo que le gustaba era andar por los Alpes en compañía de campesinos auténticos, en vez de hacerlo con guías profesionales. Parece probable que el debate sobre La Grivola le marcase profundamente, influyendo en su modo de valorar la conquista del Tiro Tirso: ante sus colegas, quiere dejar claro que él es un hombre honesto y que nunca se asignaría triunfos que no fuesen reales“. ¡Indubitable! Ya no es que creamos a Ormsby a pies juntillas: es que, por ende, ¡nos cae bien!


Un paseo por la cresta.


Image Hosted by ImageShack.us

Punto de arranque del rápel de 25 metros necesario para progresar por la cresta entre la Torre Sin Nombre (o Torre Schulze) y el Tiro Tirso. La existencia de este gran escalón descarta que Ormsby y Eusebio hubiesen alcanzado la crestería por alguna de las chimeneas de la cara norte de la Torre Sin Nombre.

Busquemos ahora por dónde podría discurrir un itinerario que responda a los escasos datos que nos proporciona Ormsby. Comencemos por el tramo integral de crestería que hermana la Torre Sin Nombre y la del Llambrión a través del Tiro Tirso, un aéreo mundo, adornado por hermosos pasajes, que vamos a recorrer de este a oeste. Para seguir esta cresta desde la Torre Sin Nombre (o Torre Schulze) hasta el Tiro Tirso es necesario realizar un rápel vertical, cifrado en unos veinticinco metros, y descender hasta la base de la brecha que separa ambas cimas. Esta circunstancia elimina totalmente la posibilidad de que Eusebio y Ormsby hubieran alcanzado el filo de la cuerda a través de las chimeneas norte de la Torre Sin Nombre.



Image Hosted by ImageShack.us


Salida a la cresta cimera de la chimenea izquierda, punto donde aparece este muro de IV y, en palabras de Ormsby, “las cosas se pusieron serias”.

Sigamos por la cresta. Una vez en la horquilla fronteriza, siguiendo por la derecha en el sentido de nuestro avance (norte) flanqueamos unos sesenta metros poco difíciles para ganar otra entalladura más pequeña, cuya resolución es mucho más complicada: paso de cuarto grado en placa y travesía de unos diez metros. A esta segunda brecha o pequeño collado va a morir la Chimenea Norte Izquierda del Tiro Tirso (a la sazón, la que suponemos fue la ruta de subida de nuestros exploradores, aunque a esto llegaremos un poco más adelante).
Una vez resuelto el paso en placa, se alcanza la cresta en travesía ascendente por el norte. Hoy en día, encordados, nos cundiría un largo de sesenta metros con un pequeño paso de tercer grado. Una vez encaramados en el filo de la arista se da vista al Llambrión, pero aún sin apreciar la gran entalladura que separa a éste del Tiro Tirso. En este instante, Eusebio pensó que lo tenían ganado. Pero unos minutos después, tras recorrer el último tramo aéreo y expuesto que conduce a la cima del Tiro Tirso, se dieron de bruces con la gran brecha, a cuyo fondo conduce el marcado espolón por el que descendió Gustavo Schulze años más tarde tras su fantástica primera a la cara sur



Image Hosted by ImageShack.us------------------------------------------------------@ Pepe García

Descenso del Tiro Tirso por la arista oeste, vía abierta por Gustavo Schulze en 1906. Ormsby y Eusebio probablemente descendieron por la chimenea de la cara norte situada justo a la derecha (desde esta perspectiva) de la arista


La ruta de ascenso

La navaja de Ockham (ese principio que sostiene que la hipótesis más sencilla es la más probable) es una buena herramienta, pero todos los utensilios hay que manejarlos con cuidado, máxime si tienen filo. Ya me irán entendiendo.
En un párrafo anterior habíamos dejado a nuestros dos paladines vagando por la parte superior del Jou Tras Llambrión buscando una chimenea adecuada a sus fines: “…y ante la multitud de cumbres que aparecían ante nuestra vista, Eusebio comenzó a dudar y confesó que la ruta que veníamos siguiendo no le resultaba familiar. Retrocedimos entonces hasta un punto que él creía recordar para llegar finalmente al convencimiento de que se había equivocado, eufemismo español que significa estar completamente perdido ”.
En realidad, si no hubiera existido la primera de Casiano del Prado, si fueran ellos los que intentaran la primera ascensión, estarían escudriñando de igual manera y a lo largo del frontón una fractura, una canal/chimenea que les permitiera acceder con éxito al cordón de cumbres. Pero estamos en 1872 y a ningún distinguido alpinista del Alpine Club se le ocurre tentar a una pared plagada de placas lisas y adornada de muros resaltados para acceder a una cumbre. Y no es que no superaran estas dificultades, como veremos en un instante, sino simplemente que la doctrina de la época iba dirigida de forma masiva a la práctica de la escalada interior, en la que eran unos maestros, dejando la técnica exterior a la aleatoria obligación impuesta por la propia ruta en algún pasaje ineludible.
Cuenta Ormsby que “Eusebio, si bien poseía un sentido de la orientación algo defectuoso, se comportó como un escalador activo y valeroso, tal como uno desea que se comporte un guía…. Allí hubo numerosas ocasiones para demostrar esas cualidades, ya que, a menudo, los pasos resultaron difíciles y, en algunos puntos, sin llegar a ser verdaderamente peligrosos para cualquiera que esté bien provisto de cabeza, corazón y manos, fueron decididamente inquietantes…”. ¡Y eso es todo, amigos!
“¡Bueno, bien!”, dirán ustedes, “pero, a partir de estos datos, ¿cómo demonios inferimos la ruta de ascenso?”. Vamos a usar un truco: ya discutiremos más tarde cuáles son los caminos posibles para ascender hasta la cresta; ahora volvamos a encaramarnos en ella y repasemos los breves comentarios de Ormsby relatando el momento en que la alcanzaron.: “Esta vez todo había ido bien: él ya podía ver el mojón, que estaba a muy poca distancia de nosotros. Tras quince minutos más de difícil escalada, nos encontramos en la cima, donde Eusebio, tras sentarse, dejó escapar un lamento... ¡Estábamos en el pico equivocado!”. Y añade que el verdadero Llambrión se levantaba justo enfrente, pero separado por un impresionante abismo de unos 1.500 pies de profundidad. Sin duda alguna, estas líneas confirman que alcanzaron la cumbre del Tiro Tirso, ya que la descripción es exacta, fotográfica: no existe ninguna otra posibilidad orográfica en la que puedan darse estas circunstancias. Por eso nos dimos antes un paseo por la cresta.
“Bien, lo aceptamos, es razonable, pero… ¡seguimos sin conocer la vía de ascenso!”.
En la muralla norte del Tiro Tirso sólo existen dos marcadas canales. Cuando uno discurre por la base de la pared, una vez rebasada la Torre Sin Nombre, únicamente encuentra dos oportunidades de subida, dos fracturas claras: la Cara Norte Izquierda y la Cara Norte Derecha, que así se denominan las vías. En la guía de Jerónimo López y Miguel Ángel Adrados , la llamada por los escaladores familiarmente “Biblia Roja”, la Cara Norte Izquierda está catalogada como Algo Difícil Inferior (III-), graduación que confirmo. Pero resulta curioso que en esa reseña no se ofrezcan los datos de los primeros ascensionistas. La Cara Norte Derecha es aún más sencilla: Poco Difícil (II). La primera ascensión se atribuye a Alfonso Alonso y José Antonio Odriazola el 4 de septiembre de 1945. En su parte superior, esta ruta discurre paralela y muy cercana a la arista oeste, la abierta en descenso por Gustavo Schulze en 1906, considerada desde siempre como vía normal. Y ocurre una cosa: a unos cincuenta metros de la cumbre, desde la vía Cara Norte Derecha ya se observa perfectamente la profunda brecha que hiende la línea entre el Tirso y el Llambrión. Por tanto, si fiamos en la descripción de Orsmby, que afirma que sólo vieron la brecha después de alcanzar la cima, hemos de concluir que es imposible que hubieran ascendido por la chimenea derecha de la pared norte.



Image Hosted by ImageShack.us

Chimenea del Tiro Tirso (conocida hoy día como vía Cara Norte Izquierda) abierta por Eusebio y John Ormsby en 1872

Por pura eliminación nos quedamos con la vía Cara Norte Izquierda, y aún nos queda un cartucho en la recámara. Sabemos que en el último cuarto del siglo XIX apenas habían empezado a retirarse los pequeños glaciares que habían repuntado en la Pequeña Edad del Hielo. Estiman reputados geólogos que la rimaya del glaciar del Tras Llambrión pudo estar situada unos veinte metros por encima del nivel superior del nevero que existía a finales del siglo XX. Esa cota más alta traería consigo una fuerte inclinación del helero en las proximidades de las paredes. En verano, bajo las caras norte, esta nieve habría de mostrarse compactada y dura. Así describe Casiano del Prado su recorrido por el Jou Tras Llambrión en 1856: “Cuando la pendiente comenzó a hacerse demasiado fuerte, dispuse que uno fuese delante, haciendo peales con un martillo, pues si alguno se escurriese no se sabe dónde iría a parar. En aquel nevero sería imposible bajar como tres años antes había hecho con mis compañeros de viaje, no sólo por la inclinación que ofrecía, sino también porque no se alcanzaba a ver dónde y cómo acababa…”. Pero Ormsby, tras una jornada de exploración rondando estas pendientes, no hace el más mínimo comentario al respecto. Tampoco cita ningún detalle de la canal, hasta que, en la salida a la brecha, Eusebio se topa con el muro de IV, el de nuestro paseo por la cresta: “Cuando las cosas se pusieron serias, Eusebio declinó seguir adelante y admitió que sentía miedo…. A pesar de todo, volvió a intentarlo y, finalmente, me gritó que continuase. Esta vez todo había ido bien: él ya podía ver el mojón”. Parece claro que los heleros y las canales de tercer grado no eran un problema para las botas claveteadas del británico (sorprende más el desparpajo de Eusebio), estaban en la doctrina. En cambio, un muro de cuarto grado se supera… y se cita adecuadamente.





Image Hosted by ImageShack.us

Gran brecha oeste del Tiro Tirso. Ormsby y Eusebio escalaron esta cima por la chimenea izquierda de su cara norte y sólo vieron la cumbre del Llambrión al alcanzar la cresta. Probablemente descendieron por la chimenea derecha.

A: Rápel de 25 metros. B: Brecha I. C: Brecha II y muro de cuarto grado. D: Chimenea Norte Izquierda. F: Chimenea Norte Derecha. G:Vía Schulze en descenso de 1906 (Espolón Oeste).



Una reflexión final



Sin el concurso de Elisa Villa y Chus Longo jamás hubiera escrito este artículo para “Peñalara”. A ellos corresponde el mérito, la investigación y el descubrimiento de la ascensión de Eusebio y Ormsby. El que suscribe, simplemente se ha limitado a barajar las cartas. Puestos a ello, ahí va un último envite.
El análisis de la ascensión lo hicimos en un principio desde nuestros domicilios, analizando el texto y la bibliografía. Un poco alegremente, le comenté a Elisa que, para la bajada del Tiro Tirso, Orsmby y Eusebio hubieron de destrepar la misma ruta de ascenso. Pero cuando observé sobre el terreno que la salida natural de la Canal Norte Izquierda moría en la segunda brecha, al pie del muro de cuarto grado, todo cambió. Creo, y aquí no hay navaja que valga, sino pura intuición y un pellizco de lógica, que descendieron por la Norte Derecha.

Image Hosted by ImageShack.us

Punto exacto donde entronca la Cara Norte derecha con el Espolón Oeste.

Hubieron de ver esta otra canal, puesto que se asomaron a la arista oeste, y la experiencia del británico en montaña seguro que le hizo comprender la facilidad y rapidez de un descenso por ella frente a la posibilidad de invertir el recorrido y enfrentarse de nuevo, en travesía descendente, al muro de cuarto grado. De haberlo hecho así, es posible que Ormsby lo hubiera reseñado, ya que la maniobra de destrepe en la placa de IV no les resultaría nada sencilla, sobremanera sin el uso de una cuerda, elemento éste que, al parecer, no portaban entre sus pertrechos.
En fin, espero que se hayan divertido un rato con nuestro parco Ormsby, con el bravo Eusebio y… con el truhán del Tiro Tirso.



¡Y que Schulze nos perdone!

Image Hosted by ImageShack.us


Alfredo Íñiguez 2010




Bibliografía
(1) Ormsby, J. (1872). The Mountains of Spain. Alpine Journal, 6/38, 57-74.
(2) Villa Otero, E., Martínez García, E., Truyols Santonja, J. & Schulze Christalle, P. (2006). Gustav Schulze en en los Picos de Europa (1906-1908). Cajastur, 293 p.
(3) Prado, C. de (1860). Valdeón, Caín, la Canal de Trea: ascensión a los Picos de Europa en la Cordillera Cantábrica. Revista Minera, XI (234-235), 62-72, 92-101.
(4) Villa, E. (1998). Casiano de Prado, un pionero en la exploración de los Picos de Europa. Geogaceta, 23, 161-164.
(5) Ormsby, J. (1862).The ascent of the Grivola. En: Peaks, Passes and Glaciers, 2, 318-338, Longman, Green, Longman and Roiberts, London.
(6) Stephen, L. (1895). Im Memoriam: John Ormsby. Alpine Journal, 18/131, 33-36.
(7) López, J. & Adrados, M.A. (1988) Los Picos de Europa. Guía del Macizo Central. URKO.
492 p.


Agradecimientos. A Santiago Gómez (Campo 4), Miguel Ángel Mora (Biafra) y José Pasalodos (Guarda de Cabaña Verónica) por su inestimable colaboración en esta investigación.

1 comentarios:

Blogger brojos ha dicho...

Amigo Iñiguez,
no sólo ignoraba la escalada sino también tu blog..., así que voy a intentar deshacer el segundo entuerto y te enlazo si no tienes inconveniente en el mío, para seguirte de cerca.
Un saludo y buenas escalada

7:58 p. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio