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martes, febrero 17, 2009

PEPE EL CANTU








Hace cien años en los montes de Laviana unos cazadores dejaron su pueblecito al alba con sus escopetas de avancarga al hombro. Capitaneaba la expedición Pepe el Cantu: el mejor cazador de chigre desde Maricastaña. Desgarbado, con unas manos desproporcionadas que eran zarpas incluso para un paisano de aquellos, se hacía acompañar de una especie de lugarteniente fiel: Ginio el de Josefa, cuyo cometido fundamental era corroborar, asintiendo hierático, cada capítulo de los inverosímiles relatos de su amigo. Pero una historia que trascendió hasta mí hace unos días, rebasa creo, todas las aventuras de estos míticos personajes de la falda de Peña Mea. Cual si fuera el remate a su carrera la contaron ya ancianos y, como siempre, en la cantina de la tienda de la aldea cuyo nombre me reservo a lo manco: Salieron monte arriba una madrugada los dos héroes en busca de un jabalí gigantesco, un leviatán, un monstruo temible surgido de la noche de los tiempos que había destrozado en una noche la huerta entera de Pepe, dejando las marcas paralelas y desafiantes de sus colmillos en el cuarterón de la Quintana. Los jirones de la encaimada parecían querer esconder a la diabólica criatura cuando los dos aguerridos valientes decidieron cargar sus armas. Para su desesperación, comprobaron que habían perdido la bolsa con los perdigones. En un alarde de ingenio el gran Pepe el Cantu se dirigió a un cerezal y dijo enérgico: ¡A comer Higinio! Retacaron la pólvora e introdujeron por el cañón de las escopetas las pepitas de las devoradas cerezas. En ese instante, apareció de entre la baraña la infame criatura y abrieron fuego. El animal resultó herido y se puso en fuga. A pesar de rastrear el monte toda la jornada y la siguiente, nunca pudieron dar con él.


El casu ye quee - Rezó el Cantu muchos años después en el chigre de la aldea, mientras Ginio afirmaba con la cabeza sin mover un músculo del pergamino de su cara- el otro día, debajo del monte La Peral, di con un cerezo que crecía desde el mismísimo centro de la osamenta de un jabalí… Mirad: ¡De un tamaño como nunca se vio en el valle!... ¡Ni en Asturias entera!


................................Alfredo Íñiguez 2008

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